La deserción escolar es un problema que está resultando demasiado serio para los que estamos a la cabeza de escuelas públicas y privadas.

Especialmente a quienes somos directores y docentes de centros escolares privados, pues nos sentimos entre la encrucijada de afectar las finanzas de la empresa y, con ello, la de nuestros trabajadores y sus familias o las finanzas de nuestros alumnos.

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Tan solo la Secretaria de Educación Pública y la Asociación Nacional para el Fomento Educativo dicen que a causa de la pandemia han desertado 2, 525, 330 alumnos en nivel básico y 305, 089 estudiantes de educación superior (Tec de Monterrey, 2020).

Pero, además, arroja un dato bastante duro para nuestras escuelas: 18, 000 mil escuelas de educación básica podrían cerrar este año (Tec de Monterrey, 2020).

Aunque se piensa que la afectación del cierre de escuelas a causa del abandono y deserción escolar por el COVID-19 es solo en el sector empresarial y económico, lo cierto es que va más allá. 

Tiene consecuencias sociales y culturales por las que los ciudadanos, organismos públicos y privados deberían tomar con mayor seriedad este fenómeno social y educativo.

 

Consecuencias de la deserción academica

1. Rezago educativo

Más de un niño o adolescente no alcanzará el nivel educativo esperado en su país.

En el caso de México el rezago está estandarizado de la siguiente forma:

“[…] una persona mayor de 15 años está en rezago educativo si no cuenta con el nivel de educación obligatoria vigente al momento en que debía haberla cursado; además se considera que un niño de 3 a 15 años de edad está en rezago educativo si no cuenta con la educación básica obligatoria y no asiste a un centro de educación formal” (IEEG, 2020).

Si las cifras hasta ahora presentadas siguen en aumento, el panorama pinta desalentador.

2. Brecha de género 

Las mujeres son las que más se están viendo afectadas por la pandemia, pues no solo las madres profesionistas doblan sus jornadas por las ocupaciones del hogar y el cuidado de los hijos.

También las niñas y adolescentes están siendo forzadas al cuidado de sus hermanos y a cooperar en dichas tareas de la casa, que les quitan calidad y tiempo a la dedicación de los estudios, por lo que la deserción temprana ha sido una opción viable a los ojos de sus familias.

La consecuencia es que habrá una mayor diferencia entre mujeres y hombres en cuanto adquisición de competencias académicas y profesionales.

< Conoce nuestro Plan contra la deserción escolar en el 2020 >

3. Mayor tasa de embarazo adolescente y menor planificación familiar

Relacionado al punto anterior, se estima que habrá un gran número de embarazos y poca planificación familiar a causa de una menor escolarización de los ciudadanos.

No quiere decir que la escuela sea la única forma de que alguien se informe sobre reproducción y métodos anticonceptivos, pero sí garantiza un mayor acceso a educación sexual y salud.

4. Desempleo

El cierre de escuelas particulares dejará en el desempleo a un gran número de administrativos y docentes.

Lo cual tiene una afectación terrible para sus familias, desde luego; pero también para otros sectores de la sociedad donde habría una sobre demanda de ciertos empleos y poco mano calificada.

De igual forma, quienes están hoy como alumnos desertores o a punto de desertar, también son desempleados potenciales, que poco serán tomados en cuenta al no ser mano calificada para las empresas privadas y sectores públicos.

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5. Falta o baja calidad de servicios educativos públicos

Y si de sobre demanda hablamos, no podemos dejar fuera una de las consecuencias que ahora es más que evidente que nos está afectando como sociedad: el empeoramiento de la falta o baja calidad de servicios educativos públicos, debido a la migración de alumnos de escuelas privadas a escuelas públicas.

Las escuelas públicas en las que las madres y padres de familia desean meter a sus hijos no cuentan con la capacidad, el personal docente y los recursos suficientes para darse a basto con la matrícula que se les está exigiendo de más

Este escenario podría empeorar, pues los que sí entren a estos centros educativos, al existir un mayor número, harían que bajará la calidad de atención de los docentes y, en consecuencia, de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

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