Sin duda, la educación es uno de los sectores de la sociedad que más fue impactado por la pandemia del COVID-19. El incremento de la deserción escolar es una consecuencia que urge atender ahora que inicia el ciclo escolar 2021-2022. Por ello, en este momento en que la Secretaría de Educación contempla un gradual regreso a clases presenciales el tema se vuelve todavía más importante.
Ahora no solo hay que prevenir y brindar soluciones ante las que eran las causas habituales de la deserción escolar, pues muchas familias y estudiantes están a la expectativa del retorno a los salones de clases. Entre los padres de familia no faltan las preguntas como: ¿realmente será seguro el retorno?, ¿qué pasará en caso de un brote en el salón?, ¿es conveniente un modelo híbrido entre clases virtuales y presenciales?
Como personal administrativo y académico, que trabaja dentro de una institución educativa, esta situación no nos puede dejar indiferentes. La pregunta que tenemos que hacernos es la siguiente:
¿Cómo responder mejor ante una realidad tan abrumadora si nos consideramos parte de una comunidad educativa ética y socialmente responsable con los estudiantes?
Incluso antes de la emergencia sanitaria, eran especialmente la directiva y la plantilla docente quienes menos permanecían indiferentes ante las historias de los alumnos que pasaban por los pupitres cada año.
Además del temor que provoca una constante baja de estudiantes y una disminución de la matrícula, hay relatos que se repiten como consecuencias del COVID-19 y es inevitable que las emociones no se muevan al conocerlas: niños que se quedan conviviendo con sus abusadores, adolescentes que son víctimas de violencia intrafamiliar, madres o padres que fueron despedidos repentinamente y necesitan que sus hijos ayuden con los ingresos familiares.
Todos ellos, ¿bajo qué condiciones regresan a las aulas?, ¿cómo pueden manejar una modalidad híbrida?
Ante este panorama, es evidente que la deserción escolar es una de las problemáticas más acentuadas a causa del COVID-19. La investigación Educar en contingencia, realizada por la Universidad Iberoamericana (Ciudad de México), presentó datos de que “uno de cada cuatro estudiantes ha pensado en la posibilidad de abandonar la escuela en los diferentes niveles educativos, en su mayoría (75 por ciento) por cuestiones directamente relacionadas con la pandemia de Covid-19, ya sean económicas, socioemocionales, entre otras”.
Y aunque podemos conocer los números, también escuchamos las historias detrás de los datos: la vida de Rodrigo Pichardo es una de ellas. A unos meses de haber egresado de la secundaria en plena crisis sanitaria, ni sus padres ni él consideraron siquiera la inscripción al bachillerato.
Durante lo que fue un duro año, Rodrigo trabajó en una granja de producción avícola, junto a su padre, ya que con la inflación de los precios de la canasta básica y el recorte de los sueldos, el bolsillo de su familia quedó afectado severamente.
Aunque con otro nivel socioeconómico, el caso de Romina Saenz es otro más de abandono de los estudios. Romina nunca imaginó que al finalizar la preparatoria, tendría que pasar por un forzoso año sabático, ya que su padre no vio conveniente que se inscribiera a la licenciatura al tratarse de clases a distancia. Para él la educación virtual no es eficiente y ahora con la modalidad híbrida tiene dudas.
Aun cuando hablemos de escuelas públicas o privadas, se trate de niveles preescolar o educación superior, la crisis económica y social como consecuencia del COVID-19 está afectando a estudiantes con diferentes perfiles y niveles socioeconómicos.
Es en este sentido que como instituciones debemos pensar estrategias y buscar soluciones para evitar que nuestros alumnos sean un dígito más en las preocupantes estadísticas de deserción escolar en México.
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La educación virtual es una de las herramientas que se suma a la solución para la situación de cada estudiante. Recordemos que los sistemas de e-learning no son un modelo pedagógico en sí, se trata más bien de una vía de comunicación para generar ambientes de aprendizaje. Por eso son aplicables tanto para una educación presencial, híbrida o totalmente a distancia.
Los sistemas de e-learning son excelentes soluciones para evitar que los alumnos dejen las aulas temporalmente o peor aún no regresen a ellas después de un largo periodo de ausentismo.
Por eso, es necesario entender primero qué es la deserción escolar, las principales causas y de qué manera las herramientas virtuales ayudan con esta problemática que, sin duda, se encuentra más agudizada debido al COVID-19.
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¿Qué es exactamente la deserción escolar y cómo podemos diferenciarla?
Para prevenir la deserción escolar en nuestros centros de estudios es importante distinguir este fenómeno de otros problemas escolares:
- ◉ Deserción escolar: es el abandono de los estudios y es multifactorial, es decir, las causas pueden ser situaciones económicas, familiares, desarrollo humano y rendimiento académico. Los alumnos dejan de asistir a clases y quedan fuera del sistema educativo.
◉ Rezago escolar: es cuando una persona adulta o mayor de 15 años no cuenta con la escolaridad mínima o suficiente en su país, en el caso de México es la educación media superior.
- ◉ Absentismo escolar: es la continua ausencia de un estudiante durante las clases. El absentismo afecta de manera negativa el rendimiento académico y puede conllevar al fracaso y desmotivación.
Causas de la deserción escolar
Entre las causas principales que generalmente llevan hacia la deserción escolar tenemos las siguientes:
1. Trastornos del neurodesarrollo humano, trastornos y dificultades del aprendizaje.
- 2. Familias desmotivadas respecto a la formación académica y escolar.
- 3. Familias muy permisivas y poco comprometidas con el logro académico y la autonomía de sus hijos.
- 4. Fallecimiento de familiares y divorcio de padres.
- 5. Problemas económicos que implican que los estudiantes trabajen.
- 6. Embarazo adolescente y una nula planificación familiar.
7. Problemas de adicción a drogas y alcohol.
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6 formas de evitar la deserción escolar con ayuda de los sistemas e-learning
1. Apoyo extra para las clases
Durante las primeras semanas de confinamiento muchos padres de familia, junto con sus hijos, tuvieron que adaptarse de manera brusca e inesperada a los cambios que implicó el paso de una educación presencial a una modalidad totalmente en línea.
En esos meses, ante la falta de experiencia y el poco conocimiento pedagógico, varias familias quedaron en el desamparo sobre cómo manejar el aprendizaje de sus hijos.
Pero ahora ante un posible modelo híbrido de educación, además de ofrecer asesorías de manera presencial, las escuelas podrían brindar un apoyo más especializado y extra por medio del uso de herramientas e-learning. De este modo, se trataría de regular la situación académica de aquellos estudiantes que resultaron más afectados por el cierre de las escuelas.
En el caso de la educación básica algunas instituciones ya ofrecían servicios de club de tareas. Es una estrategia que puede implementarse por medio de videollamadas y aulas virtuales.
2. Docentes más flexibles con la situación de los estudiantes
Es necesario recordarles a nuestros docentes que el escenario de aprendizaje de los estudiantes no es como el de cualquier otro ciclo escolar. Ni los contenidos temáticos ni las técnicas de aprendizaje habituales estaban pensadas para realizarse de manera remota o híbrida, menos todavía en una pandemia con familias sufriendo serias consecuencias psicosociales.
En este sentido, hay alumnos que tal vez no abandonen la escuela, pero deban trabajar medio tiempo o fines de semana para apoyar en los gastos de la casa. O estudiantes que regresen a las aulas con afectaciones emocionales.
Es importante que los profesores consideren estas situaciones al momento de establecer los criterios de evaluación y las fechas de entrega de trabajos. Una buena opción es usar un calendario virtual y habilitar las carpetas de entrega de tareas en las aulas virtuales para que todos estén enterados de lo que se hará cada semana.
3. Escuela para familias
Como directivos y docentes, debemos entender que el logro académico de un estudiante sólo es posible a través del trabajo en equipo. Se educa en sociedad y comunidad.
Es así que las madres y padres podrían tomar talleres y cursos sobre estilos de crianza y técnicas de estudio, que apoyen a los hijos a mantener el ritmo académico tanto en las aulas como en la casa ante la inminente llegada de un modelo híbrido de aprendizaje.
Las escuelas tendrían que ofertar esta formación complementaria por medio de un sistema de e-learning, pues es la mejor manera de que las familias organicen sus horarios laborales para tomar estas clases.
Al mismo tiempo el resto de la comunidad educativa podría organizarse para ver vídeos y mantener charlas a través de Zoom acerca de los estilos de crianza que existen y las mejores medidas de cuidado.
Un ejemplo de tema es la importancia de mantener rutinas con los niños y adolescentes, así como establecer límites y nuevas normas de convivencia dentro de los hogares.
Hay que concientizar a las familias que por más que sea difícil de manejar la energía de los menores, pasar el día completo viendo Youtube o jugando con el teléfono no es lo mejor.
4. Recordar a los estudiantes cuál es el sentido de los temas que estudian
La deserción escolar se da mayormente en la preparatoria. De acuerdo con la Dra. Ana Razo, investigadora del CIDE, existe un descenso “las trayectorias educativas que tiene que ver con que la educación media superior pierde sentido porque muchos estudiantes de bachillerato se desenganchan muy fácil porque no encuentran en la escuela una institución para la vida”.
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Esto es, quizá, debido a que los jóvenes no escucharon sobre los beneficios que la educación puede darles a largo plazo. Se quedaron con la idea de que los resultados más inmediatos y basados en ganancias monetarias son lo mejor.
Es importante recordarles a los adolescentes cuál es el sentido de cada tema que ven en clase y cómo estos desafíos académicos, que deben resolver en forma de ejercicios, pueden responder a las realidades de su entorno al mismo tiempo que los vuelve más competitivos dentro del mercado laboral.
El uso adecuado de herramientas de e-learning puede sumar a la motivación de los estudiantes al facilitarles ejercicios más interactivos.
5. Recordar que las escuelas pueden seguir siendo los lugares más seguros
Tal vez haya personas que relacionan la escuela con malas experiencias como el haber vivido acoso escolar. Sin embargo, existen niños y adolescentes para quienes los centros escolares son verdaderas válvulas de escape ante problemas familiares.
Hay profesores que podrían representar figuras de autoridad que validen lo que un alumno puede sentir y anhelar a pesar del desinterés familiar. Así sucede con algunos jóvenes bachilleres que no cuentan con el apoyo de sus padres para seguir estudiando la universidad.
De acuerdo con el informe Educación en pausa de la UNICEF en cuanto más tiempo “permanezcan cerradas las escuelas, menos factible es que los niños y niñas en situación de vulnerabilidad vuelvan a ocupar su lugar en el aula. UNESCO proyecta que más de 3,1 millones de niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe podrían no regresar nunca a la escuela debido al COVID-19”.
Una manera de apoyar a los estudiantes es ofreciéndoles atención psicológica y orientación a través de algunas herramientas de sistemas de educación virtual, que faciliten el acceso desde cualquier lugar y horario.
Incluso para la educación superior y el bachillerato podrían ofertarse asignaturas con contenidos como habilidades para la vida y regulación emocional, que si bien no solucionan el problema de raíz, sí ofrecen contención emocional a los alumnos para que puedan seguir estudiando en la medida de lo posible.
6. Unir fuerzas con el Estado
Sin importar si estamos hablando de educación privada o educación pública es importante que los esfuerzos para prevenir y disminuir la deserción escolar concuerden con las estrategias que tiene el gobierno estatal y federal.
Los centros educativos deben usar las TICs y las herramientas de aula virtual no solo para las clases académicas, pues también son excelentes formas de mejorar la comunicación y ayudar en otros rubros de la formación integral de los estudiantes. De esta manera, como instituciones podremos prevenir la deserción escolar y asegurar un buen número de la matrícula para los semestres por venir durante la “nueva normalidad”.
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